En la clasificación mundial de las mayores sociedades farmacéuticas, Sanofi-Aventis aparece detrás de la estadounidense Pfizer y la británica GlaxoSmithKline, pero por delante de la suiza Novartis, que el pasado 23 de marzo también se había declarado interesada por la adquisición de Aventis. La entrada de Novartis en la batalla por Aventis parece ser el origen de que Sanofi-Synthélabo se haya visto obligada a mejorar su propuesta inicial en casi 8.000 millones, pagando por cada acción un 34% más del precio que ían en Bolsa el 26 de enero, cuando los franceses dirigidos por Jean François Dehecq hicieron público su interés por la sociedad franco-álemana encabezada por Igor Landau. Sanofi espera cubrir la deuda que generará la operación con el cash flow generado en un plazo de cinco años.
Según Dehecq, el presidente de la nueva Sanofi-Aventis, "la fusión se hará sin ningún despido ni cierre de ningún centro", pero esas palabras despiertan un cierto escepticismo (las fusiones en el sector acostumbran a comportar la supresión de entre un 10% y un 15% de puestos de trabajo). Dehecq ha insistido en que los reajustes de plantilla se harán sólo contando con las jubilaciones y que no será desmantelado ningún centro de investigación en Europa. Las filiales en España negociarán una "armonización" de sus plantillas, que suman en total más de 2.000 empleos, según Europa Press.
La operación recibió ayer, 26 de abril, el visto bueno de Bruselas, que condicionó su aprobación al compromiso de la nueva compañía de desprenderse de varias licencias de medicamentos. Más información, aquí.
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