No es lo mismo
Creo que independientemente de los sentimientos que susciten las deslocalizaciones, tenemos que ser conscientes de que es un fenómeno imparable.
Cuando España se incorporó a la UE, y no éramos los campeones económicos como ahora somos, junto a Irlanda, la distancia económica entre nuestra situación y la de otros países, era un atractivo para la inversión internacional. Además, las subvenciones, excepto las que fueron a parar a grandes infraestructuras, y habría mucho que decir al respecto, se han despilfarrado, ignorando que algún día acabarían. Ahora ya somos mayores y llega el momento de la verdad, y me parece que Irlanda, sí ha sabido invertir en lo importante, en educación, en innovación, o lo que es lo mismo, en competitividad y valor añadido.
Cuando ha comenzado la caza de brujas sobre aquellas empresas que antes eran amigas, partners, y ahora deciden migrar a pastos más favorables, e influenciados por la opinion pública alemana y americana, creo que se hace preciso aclarar un tanto los conceptos: no es lo mismo outsourcing que offshoring.
Outsourcing es encargar determinados servicios, que antes solía hacer la propia empresa, a terceros. Y esto, que se lleva produciendo desde que el mundo es mundo (y sobre todo en nuestro país, donde la subcontratación en algunas áreas, nos lleva a un encadenamiento de intermediarios engolfados con los márgenes y que no dan ni palo...), nos empieza a doler, cuando la empresa subcontratada, está fuera de nuestras fronteras.
Offshoring es trasladarse a un país con costes más bajos. Ejemplos tenemos como es el caso de MCC (nuestra conocida Mondragon) a China, Accenture a Bangalore, o los centros de atención al cliente de Telefónica en Marruecos. Son ubicaciones de la empresa madre en Ultramar, aunque los trabajadores sean de distinta etnia o nacionalidad.
En el fondo, como dicen algunos sabios de la cosa, la culpa la tenemos todos los consumidores, porque queremos comprar todo más barato. Si fuesemos menos consumistas, y primara la calidad de los artículos y la responsabilidad social corporativa (de verdad, no de boquilla), lo mismo vivíamos en una sociedad más tranquila y equilibrada. Eso sí, no tendríamos todos una pantalla de plasma en el salón dentro de 6 años !!
Creo que independientemente de los sentimientos que susciten las deslocalizaciones, tenemos que ser conscientes de que es un fenómeno imparable.
Cuando España se incorporó a la UE, y no éramos los campeones económicos como ahora somos, junto a Irlanda, la distancia económica entre nuestra situación y la de otros países, era un atractivo para la inversión internacional. Además, las subvenciones, excepto las que fueron a parar a grandes infraestructuras, y habría mucho que decir al respecto, se han despilfarrado, ignorando que algún día acabarían. Ahora ya somos mayores y llega el momento de la verdad, y me parece que Irlanda, sí ha sabido invertir en lo importante, en educación, en innovación, o lo que es lo mismo, en competitividad y valor añadido.
Cuando ha comenzado la caza de brujas sobre aquellas empresas que antes eran amigas, partners, y ahora deciden migrar a pastos más favorables, e influenciados por la opinion pública alemana y americana, creo que se hace preciso aclarar un tanto los conceptos: no es lo mismo outsourcing que offshoring.
Outsourcing es encargar determinados servicios, que antes solía hacer la propia empresa, a terceros. Y esto, que se lleva produciendo desde que el mundo es mundo (y sobre todo en nuestro país, donde la subcontratación en algunas áreas, nos lleva a un encadenamiento de intermediarios engolfados con los márgenes y que no dan ni palo...), nos empieza a doler, cuando la empresa subcontratada, está fuera de nuestras fronteras.
Offshoring es trasladarse a un país con costes más bajos. Ejemplos tenemos como es el caso de MCC (nuestra conocida Mondragon) a China, Accenture a Bangalore, o los centros de atención al cliente de Telefónica en Marruecos. Son ubicaciones de la empresa madre en Ultramar, aunque los trabajadores sean de distinta etnia o nacionalidad.
En el fondo, como dicen algunos sabios de la cosa, la culpa la tenemos todos los consumidores, porque queremos comprar todo más barato. Si fuesemos menos consumistas, y primara la calidad de los artículos y la responsabilidad social corporativa (de verdad, no de boquilla), lo mismo vivíamos en una sociedad más tranquila y equilibrada. Eso sí, no tendríamos todos una pantalla de plasma en el salón dentro de 6 años !!
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